Cabárceno es mucho más que un zoológico. El relieve kárstico original ha sido transformado ( picar en la foto para hacerla grande ) por la explotación minera a cielo abierto ( hierro ).
Esas rocas que se ven de lejos son así de cerca.
En total 750 Has. No todas ocupadas por animales. También ocupadas por más de 20kms de carreteras, y por numerosas sendas y caminos por las que perderse dando un paseo y encontrando maravillosos rincones..
Y eso fué lo que hicimos, perdernos.
Después de comer decidimos dejar de ver animalitos un rato y adentrarnos por una de esas sendas a pasear. Mi hija quería encontrar un jardincillo desde donde había unas vistas magnificas que ella recordaba de otra visita. Parece ser que estaba en la zona de los túneles, restos de la antigua minería.
Sin plano, y sin saber a dónde ibámos comenzamos andar por lo que se suponía eran senderos homologados. A veces señalizados, otras no... subimos escaleras, cruzamos puentes en bastante mal estado como este , y sólo sabía mi cicerone que había que subir.
escaleras como estas y peores subimos chorrocientas. Escaleras que nos llevaron a un recinto de animales. Por la escasa protección supusimos que o estaba vacío o se trataba de animales que no serían problemáticos, era imposible desandar lo andado porque Pulgarcito no estaba y se nos habían olvidado las piedrecitas. Estábamos perdidas en un recinto 'vallado' que estaba segado por lo que pensamos se utilizaba para algo y buscabámos a todo correr la carretera más cercana.
Apenas un par de minutos pasaron cuando vimos el famoso jardincillo, nos habíamos pasado de subir, ahora había que bajar. Yo pensaba, que suerte hemos tenido que no haya llovido esta semana, esas escaleras con lluvia nos podían haber dado un buen susto.
Efectivamente desde ese lugar había una vista fantástica. Y por el otro lado se veía a lo lejos nuestro coche aparcado. Qué facil habría sido llegar si pudiéramos volar. Habíamos llegado del laberinto al 30 y ahora teníamos que volver al laberinto.
Mientras haya caminos...
mientras haya caminos y escaleras...
Sabíamos que en el plano (que no teníamos) la distancia tendría que ser pequeña, lo peor era el laberinto que la Naturaleza había trazado, también nos dió por pensar que estábamos solas y que el terreno por lo abrupto podía resultar peligroso si teníamos una caída. Que si una de las dos se rompía una pierna, la otra no sabría decir dónde estábamos. Yo pensaba sobre todo que si la pierna se la rompía ella, me cerrarían el parque sin haber llegado andando a un lugar civilizado para dar el aviso. Yo no conduzco.
Eran pensamientos pasajeros mezclados con risas y con un disfrute total de la Naturaleza, bastante inconscientes del peligro, o conscientes pero compensadas con creces. Vimos varios derrumbes, algún camino interceptado, y no es de extrañar, es un sitio de mucha humedad, es roca caliza, y como se puede ver en la mole de la foto anterior, algunas mantienen un equilibrio inestable...dame un punto de apoyo... y un punto es lo que tenía esa roca y la roca que la sujetaba estaba hueca...apenas se ve en la foto.
Y bajamos, lo que no está escrito... ¿ estás segura que esto es un camino ? era un lugar increíble, un agujero repleto de verdor, repleto de musgo, repleto de silencio, que estuviéramos allí era una profanación. Las hojas secas resbalaban y a cada paso que yo daba, mi hija decía ¡cuidado mamá! y yo era incapaz de decir nada, todos mis sentidos puestos en el suelo y toda mi imaginación recorriendo el lugar, empapandome con su belleza.
- Mamá ese es el primer puente por el que pasamos... yo pensaba... ¿cómo tiene que ser estar en la Amazonía, en el interior de la selva?
No me hubiera extrañado para nada que hubiera gnomos o duendes o cualquier otro genio del bosque, seguro que los había... lo extraño era nuestra presencia allí, no la de ellos.
En esta comunidad los musgos están protegidos. Son una preciosidad, un manto verde que recubría todo.
Más escaleras, ahora de subida, buscamos con pena (tengo que volver) la salida de El Pozón, que así se llama este maravilloso lugar.
Ya veíamos el coche cerca y lo mejor, o lo peor, era que el laberinto se había acabado. Ya no estábamos perdidas. Aunque sí terriblemente cansadas.
En el lago Sexta nos detuvimos un buen rato contemplando las aves acuáticas. Lo necesitábamos, necesitábamos el paso de un paisaje estimulante a uno relajante...
Tenéis que ir.