Son dos subidas, en total unos 20 minutos en teleférico. Suben absolutamente llenos por lo que no pescamos cristal para hacer una foto. No es el mejor de mis viajes, en cuanto a mi salud se refiere, poca cosa pero muy molesto. Sin embargo sé que la ocasión es irrepetible que no volveré nunca a ese lugar. Subimos.
Me han hablado del mal de altura pero me encuentro muy bien y me parece increíble ver a unas jovencitas orientales sentadas en las escaleras a la salida del teleferico pálidas como geishas.
Cuando salgo al exterior es verdad que se me olvidan mis males y hasta se me olvida que puedo respirar y hablar. Es la brisa fría la que me hace llorar un poquito... ya me sucedió en el Corcobado y también en la entrada en barco a Estocolmo. Es demasiada belleza. He querido decir BELLEZA.
Hay un pequeño puente colgado desde el que no podemos dejar de mirar ese maravilloso paisaje, solo mirar, imposible hablar yo estoy tan emocionada que sería incapaz de hablar, y pienso en todos los K y el Everest y en los alpinistas que han puesto el pie en esas cumbres. Creo que sería incapaz de soportar tanta felicidad.
Parte del grupo que venía con nosotros está allí, a todos les debe pasar lo mismo porque el silencio es total. por fin alguien dice: -Subamos a la terraza de arriba, y todos comenzamos a subir las escaleras interiores. De pronto la señora que viene tras de mí dice: - me encuentro muy mal...y yo sonrío y le digo a otro señor del grupo que va delante: -. Dile a mi marido que hasta aquí llegué, que no puedo dar un paso más. La señora de detrás mío y yo somos ahora dos geishas más. Nos quedamos un rato en la cafetería y se me pasa enseguida el mareo. Mi marido sube a la terraza mientras yo espero un rato más, baja en menos de 2 minutos y se empeña en que tengo que subir sí o sí...que tengo que ver aquello y yo pienso en su poder de persuasión, en todas las veces que he dicho a la montaña rusa no subo y he subido, y me digo no gastes energías, le conoces, vas a acabar subiendo. Mejor di sí y sube.
Ese es el puente en el que la emoción me dejó muda. Todos mis males se disipan, no puedo sentirlos es como si mis sentidos se hubieran emborrachado.
Doy gracias por haber vivido este día. No puedo estar mucho tiempo y no puedo volver pero estas imagenes no las voy a olvidar, las sensaciones menos.
Y el glaciar que está al lado. Una clase magistral de Geografía. Las morrenas laterales, la lengua... recuerdo aquel tema ¡que pena no haber tenido entonces una clase práctica como ésta.!
Y arriba la inmensidad, todo es inmenso en este lugar, todo tiene otra dimensión. Mucho más espiritual, mucho más mística.
Chamonix? ahí abajo está...
Otro día hablamos de Chamonix, hoy sería un sacrilegio hacerlo. :D