jueves, 11 de abril de 2013

Jeronimus

Jeronimus  es el nombre de una exposición permanente que discurre por las torres y tejados de las catedrales de Salamanca. El nombre se debe a Jerónimo de Perigueux,  de origen francés que Raimundo de Borgoña  nombró como obispo de Salamanca cuando en los días de su repoblación ( Reconquista ) se restauró la diócesis ( año 1102 ).

Una original idea que te lleva a lo insólito de ascender por la Torre Mocha de la Catedral Vieja a través de una serie de salas a diferentes niveles, en las que se puede ver documentada los 900 años de historia de esta catedral, pasearte por el tejado, ver la torre del Gallo y casi poderla tocar, estar en el interior de la Torre de las Campanas y "escuchar" lo que las paredes cuentan,  pasar a la Catedral Nueva y volver a pasear por el tejado para descender de nuevo por la Torre Mocha de la Catedral Vieja.

Subimos por la Torre Mocha que fué en sus comienzos una torre defensiva en la fachada Sur de la catedral, logicamente porque el enemigo estaba al Sur ( Reconquista ) y pasado el peligro se convirtió en estancias de vivienda de los campaneros y de el guardián de la Torre.. 


Desde esa torre accedemos a  ver la nave central de la Catedral Vieja de 52m de largo y casi 10m de ancho   La catedral es de planta de cruz latina, construida en el s XII de  estilo románico y fue dedicada a Santa María de la Sede. Al fondo el maravilloso retablo de la  Historia de la Salvación que consta de 53 tablas distribuidas en 11 calles (anchura ) y cinco cuerpos (altura) . Las escenas están ordenadas cronológicamente de abajo a arriba y de izquierda a derecha. Preside el retablo La Virgen de la Vega, patrona de la ciudad y lo corona en lo más alto la escena del juicio final. En su mayor parte es obra de Dello Delli.


Desde la azotea de la Torre Mocha paseamos por el tejado de la catedral vieja y nos acercamos al cimborrio o Torre de El Gallo, supongo que se llama así porque tiene un gallo en la veleta que no sale en la foto. De estilo románico con transición al gótico, con influencias de Poitou y muy similar a otros cimborrios (cúpulas) de la zona del río Duero.

Por encima de los tejados divisamos el río Tormes y más allá la inmensa llanura salmantina.


Y al Oeste , más Arte, porque esta ciudad es única en el mundo.  En la imagen las Escuelas Mayores (antigua Universidad de Salamanca ).

Sala de la Bóveda en la Torre de las Campanas. 

La Torre de las Campanas fué primero campanario de la catedral vieja, posteriormente se elevó en altura y se construyó la catedral nueva al lado aprovechando esta torre, de forma que sirvió para las dos catedrales.. Sufrió un incendio en 1705 y se resiente con el terremoto de Lisboa de 1755, teniendo que ser restaurada posteriormente y cambiando en cierta manera su aspecto.  En esta sala en diferentes expositores te explican la vida de la torre, habitada por campaneros, relojeros y otros servideros de la catedral hasta época relativamente reciente.

Sobre esta sala está la sala del Reloj y aún por encima de ella, el patio de las campanas y el remate final.




Bordeando por el muro Este de la sala de la Bóveda accedemos al interior de la Catedral Nueva y contemplamos la majestuosidad de este edificio de estilo gótico tardío, construído entre 1513 y 1733. 

Impresiona contemplar la catedral desde esa altura y sobre todo aprecias la diferencia de luz entre ambos edificios. La apertura de ventanas  permitida por el empleo de los contrafuertes ilumina el espacio. Merece la pena experimentarlo.

Por el fondo del edificio recorremos la anchura de las tres naves y de nuevo salimos al exterior después de subir por una larga escalera de caracol sin la columna central a la que se agarran los peldaños. Es decir, no apta para sexagenarios :D . Detrás de mi subía una pareja jóven y él se mostraba reticente a subir por semejante escalera, ella le dice, - Venga vamos a subir que si no volvemos a Salamanca en tiempo, seguro que a los 60 no podemos hacerlo. Les contesté sin resuello cuando ya veía el final -¡Podréis pero mejor no lo hagáis! 


Y si al comienzo de este paseo por las alturas contemplábamos el Sur de la ciudad ahora vemos el Norte, en la vista destacan las torres de la Clerecía o Universidad Pontificia. Y allá donde la vista se pierde sigue la llanura salmantina.


Entre muros de piedra de Villamayor hacia el Este podemos ver el maravilloso convento de los dominicos de San Esteban.


Dejando constancia de que me he paseado cuál gata sobre tejado de barro cocido frío y húmedo, como demuestran los líquenes que dan el tono verde a las tejas romanas. 

Aquí en esa puerta está la escalera de bajada, la de la primera foto, 46 peldaños todos seguidos (luegoaún habría más) los conté, y aunque tenía la columna central que enlaza los peldaños, el pánico a caerme se ha manifestado en las agujetas de mis muslos durante los tres días siguientes. 

No sé de qué me quejo si hay quien me mira desde más arriba.